lunes, marzo 12, 2007

Delirio Trans

Ese mediocre blog financiado que se denomina EMOL publicó el siguiente subestudio sobre el nuevo hobby de manosear en el Metro y en la micro.
Incluyó, además, una infografía que resume el perfil de este nuevo degenereque sobre ruedas, con antecedentes sicológicos y consultas a peritos en el tema (¿existen especialistas en manoseo vial transurbano?).
A continuación reproduzco -con mi modestia de siempre- parte del texto e intentaré comentarlo desde mi perspectiva terráquea y pedestre:

Perfil del acosador de la locomoción colectiva


*Habitualmente mantienen relaciones muy dificultosas con las mujeres.

Relaciones dificultosas....
Califica el 2000% de la población masculina. Por mentiras más piadosas cayó Sodoma y Gomorra.

*Son 'solterones' y viven con su mamá.

Error de concepto. Eso no equivale a pervertido o acosador. Es ser mamón.

*Tienen dificultades en el trabajo, lo que les provoca inestabilidad laboral.

Posiblemente. Yo he visto a compañeros de trabajo frotándose impúdicamente con la fotocopiadora y hacer cosas innombrables con una perforadora Rhein.

*Algunos tienen precedentes de violencia intrafamiliar.

Claro, no tuvieron un padre que les prodigara cariño, bienestar y Becas Presidente de la República.

*Tienen poca perspectiva de futuro.

Si vieran el futuro, tendrían una bola de cristal.
Si tuvieran una bola de cristal, no andarían tirando las manos.

*Por lo general, no tienen estudios superiores.

Esa cosa snob de EMOL... Conozco altos dignatarios de universidades, reparticiones públicas, poderes del Estado e importantes empresas que también usan sus tentáculos de manera non sancta. Aunque no anden en micro. Aunque no sepan qué es una micro.

*Son hombres solitarios que suelen acudir a prostíbulos y deambulan por las calles buscando lugares para mirar mujeres.

Suficiente con esta estupidez. Vamos a los hechos.

El Transantiago te transforma en eunuco o en manoseador en serie. La lógica es simple. La gallada sale de madrugada, llega a la casa de madrugada, apenas descansa, se tropieza con las ojeras, come exceso de carbohidratos, comparte olores infectos con el resto de los usuarios, van como reos en buses enchulados; el ambiente es sofocante y tropical, se han visto hasta papagayos en algunos troncales. Cada día en el paradero es un desembarco en Normandía. Los viajes son tan largos que terminas con jet lag. Antes te leías un par de titulares del Publimetro, ahora te puedes terminar La Guerra y la Paz. Y las señales: ni un cartógrafo es capaz de explicarte los mapas, ni esas combinaciones almodovarianas de colores. En la pega la cosa es peor. El jefe te humilla por la acumulación de atrasos, arriesgas el bono de vacaciones, te mandan al calabozo, te someten al escarnio público en la máquina de café; acumulas suficiente tensión como para craquelar tus coronarias. Estás a dos chacareros del infarto. Te desquitas con objetos inanimados. Vuelan los mouses de lado a lado, como partido de tenis. Y la cosa sigue y sigue, transformándose en una rutina monstruosa que durará meses, años y siglos.
Ergo, la gallada ya no tira. Porque no le nace/no tiene tiempo/presenta disfunción eréctil o frigidez por esta vida estresada.
El tipo decente se da duchas frías a las 4 AM.
El flaite, tira las manos y se solaza con el toqueteo.
El resto, corre maratones con zapato-zapatilla.

Nuevo slogan de Transantiago


Me sirven todas las micros.